Que tu marido no te satisfaga es algo triste, pero más aún cuando ambos quieren tener un hijo y este no es el que da la talla. Angustiados (sobre todo él) recurren al médico a ver que medida pueden tomar. Al toque identificas el problemas y te deshaces del marido para que te quedes a sola con la candente mujer. Ella te confiesa que empieza a dudar si sigue tan deseable como hace un par de años atrás y si realmente ella es la del problema y no su marido. De inmediato le dices que no y que la vez muy hermosa, es más le comentas que tu eres donador de esperma en caso fuera que tu esposo fuera estéril. Esperanzada en ti, pide que por favor le cumplas ese sueño de ser madre, y puesto que el marido no está, tienes que aprovechar la situación. Como dijo un sabio por allí: "Eso es lo único por lo que me hice doctor".